MOTOS

Motocicletas clásicas
La Triumph Bonneville T120 (1959) es un ícono británico que marcó época con su diseño elegante y deportivo. Su tanque redondeado, doble escape y nombre inspirado en los salares de Bonneville le dan un aire legendario.
La Moto Guzzi Le Mans 850 (1976) representa la pasión italiana por la velocidad, con su carenado recortado, faros dobles y un rojo vibrante que combina lo clásico con lo agresivo.
La Norton Manx de los 50 destaca por su simplicidad y enfoque en la competencia. Hecha para correr en la Isla de Man TT, su diseño minimalista la convierte en una belleza funcional.
La Ducati 750 Sport (1972) es puro estilo. Su tanque bicolor y asiento tipo “cola de pato” marcaron tendencia, combinando elegancia y deportividad.
Por último, la Harley-Davidson FLH Electra Glide (1965) encarna la elegancia americana, con su carenado “batwing”, cromados y diseño imponente pensado para destacar en cada viaje.
El mantenimiento de una moto clásica.
El mantenimiento de una moto clásica: ciencia, arte y devoción
Cuidar una motocicleta clásica va más allá de lo mecánico: es un acto de amor que combina conocimientos técnicos con sensibilidad artesanal. Estas motos requieren atención especial, paciencia y un vínculo cercano con su historia y funcionamiento.
Uno de los mayores desafíos es conseguir repuestos originales o réplicas fieles, ya que muchas piezas ya no se fabrican. Por eso, talleres especializados recrean componentes respetando la estética y funcionalidad original.
La restauración incluye técnicas detalladas como el cromado, la pintura a mano y el tapizado original. Cada detalle importa, y todo debe hacerse sin alterar el diseño original. El sistema eléctrico es especialmente delicado y suele reconstruirse completamente siguiendo planos antiguos para asegurar que funcione como en su época.
El motor también requiere cuidados específicos, como aceites adecuados y ajustes manuales. Aprender a “escuchar” el motor se vuelve clave para su mantenimiento. Además, la documentación técnica antigua, como manuales y catálogos, es fundamental para lograr una restauración fiel.
En resumen, mantener una moto clásica es preservar una obra de ingeniería histórica. Es un acto de pasión, paciencia y respeto por el pasado, donde cada pieza restaurada revive una época y una forma de entender la vida sobre dos ruedas.

Las motocicletas clásicas son mucho más que máquinas:
Representan libertad, rebeldía, nostalgia e identidad. Su valor no solo es técnico o estético, sino profundamente emocional y cultural. Quienes las poseen no solo disfrutan de su diseño y sonido, sino que también forman parte de una comunidad global unida por la pasión, el respeto y la historia compartida.
El cine y la cultura pop han ayudado a convertirlas en íconos, como en Easy Rider o The Great Escape, donde las motos simbolizan aventura y espíritu libre. Además, muchas se heredan en familias, funcionando como puentes entre generaciones, transmitiendo recuerdos y valores más allá de lo mecánico.
En ferias y encuentros, estos vehículos se celebran como piezas vivas de historia, y cada una cuenta su propia historia. Para muchos, una moto clásica es un recuerdo, un legado o un sueño hecho realidad. En resumen, son símbolos duraderos de una cultura que sigue viva, vibrante y en movimiento.



- Yamaha SR400, introducida en 1978, representa una celebración de la simplicidad. Su motor monocilíndrico refrigerado por aire y el sistema de arranque por patada pueden parecer obsoletos en tiempos modernos, pero han demostrado ser una fórmula casi indestructible. Esta motocicleta es una de las preferidas por principiantes, no solo por su facilidad de manejo, sino por su bajo costo de mantenimiento. La SR400 es también un lienzo en blanco para personalizaciones, lo que la mantiene vigente en el mundo del custom.
- La Suzuki GS750, que vio la luz en 1976, se destacó no solo por su equilibrio entre rendimiento y manejo, sino por una innovación que mejoró significativamente su longevidad: un sistema de engrase avanzado que reducía el desgaste de los componentes internos del motor. Este detalle técnico, aunque menos vistoso que una línea de diseño llamativa, fue crucial para asegurar que la GS750 mantuviera su potencia y suavidad de marcha durante años, incluso en manos exigentes.
- la BMW R75/5, producida a partir de 1970, es el epítome de la fiabilidad germana. Con un bastidor rígido y un motor bóxer de dos cilindros prácticamente indestructible, esta motocicleta conquistó el corazón de los viajeros de larga distancia. Su bajo requerimiento de ajustes de válvulas y su resistencia estructural la hacen ideal para quienes desean una moto clásica que pueda seguir rodando décadas después de su fabricación. No es raro encontrar unidades de la R75/5 cruzando continentes, como si el tiempo no pasara por ellas.
Las motocicletas más duraderas: íconos de fiabilidad mecánica.
La Honda CB750, lanzada en 1969, es considerada por muchos como la primera superbike moderna. Este modelo revolucionó el mercado al incorporar un motor de cuatro cilindros en línea, arranque eléctrico y freno de disco delantero, elementos que en su tiempo eran innovaciones propias de motocicletas de competición. Su diseño no solo ofrecía potencia y rendimiento, sino también una confiabilidad mecánica excepcional. Su capacidad para recorrer miles de kilómetros sin necesitar reparaciones mayores la convirtió en la compañera ideal para los motociclistas de largo aliento, y hoy sigue siendo una favorita entre restauradores y coleccionistas.

Exclusividad sobre ruedas: las motocicletas más codiciadas de la historia
Entre ellas destaca la Brough Superior SS100 (1924), conocida como el “Rolls-Royce de las motos”, por su lujo, velocidad y fabricación artesanal. También la Vincent Black Shadow (1948), famosa por ser la más rápida de su época y por su diseño imponente. La MV Agusta 750S (años 70), con estética refinada e ingeniería de competición, es considerada una de las más bellas. La Ariel Square Four (década de 1950) innovó con un motor de cuatro cilindros en línea, y la Henderson Four (1920s) fue pionera en suavidad y potencia con su motor de cuatro cilindros.
Estas motos son mucho más que vehículos: son símbolos históricos y mecánicos que reflejan el espíritu del motociclismo clásico. Poseer una de ellas es tener un pedazo de historia entre manos.



